jueves, 4 de octubre de 2012

Exposición Consuelo Hernández


La pintora Consuelo Hernández, que fue profesora en el Instituto Español de Tánger, y que ha paseado su exquisito arte por las principales salas de varios países, especialmente de España y Marruecos, ha expuesto recientemente en el Centro Cultural de la Riva, en las Rozas. Por  problemas de agenda no pude  asistir a la inauguración  de esta  exposición ;  lo hice dos  días después  sin la parafernalia propia de toda presentación,  lo que me permitió disfrutar y emocionarme  con  la pintura de Consuelo.
Me habían hablado muy bien de esta pintora, pero no conocía su obra, sólo unas reproducciones gráficas que, naturalmente, no dicen nada. Y tengo que decir que quedé  gratamente sorprendido.  Pausada y tranquilamente   disfruté con entusiasmo  de la contemplación de todas y cada una de las obras expuestas, porque para disfrutar de la buena   pintura hay que hacerlo con tiempo,  puesto que    no sólo hay que verla sino “leerla”. El arte tiene un lenguaje muy especial y no fácil de entender.  Incluso hay privilegiados que logran dialogar don los cuadros y obtener respuesta.
Se nota su paso por Tánger, donde la luz cantarina del mediterráneo magrebí juega caprichosa con los colores y crea una atmósfera de fantasía para el artista. Consuelo ha sabido interpretarlo magistralmente, con seguridad y singularidad, en los diversos cuadros titulados “Ventanas al mar”.  En ellos,  luz y color, mar y cielo se alían hasta conseguir un bello y ordenado equilibrio.
Su maestría y exquisita técnica la expresa de forma más acusada en sus otras obras expuestas, donde el tema central son estaciones ferroviarias con figuras humanas. Su dominio del dibujo artístico y técnico aquí se hace  evidente  al  conseguir  un impresionante realismo en todos sus cuadros.
De esta espléndida serie de las estaciones quisiera centrarme en el  “Sin destino”. Es imposible mantenerse indiferente ante  la perfección de esta obra. He intentado “leerla”, no sólo con ojos de crítico sino también como aficionado a la pintura. No pude disimular mi envidia, diré que envidia sana para no quedar mal.  La firmeza y naturalidad del dibujo, unidas a su  dominio de la paleta, dan como resultado una verdadera obra de arte. Sobre un fondo  perfecto de estación destaca en un primer plano la figura de un joven, abstraído y pensativo, que da nombre al cuadro. Consigue pintar el pensamiento,  que no se ve pero ahí está pintado. La textura que da a la cazadora y a los pantalones las hace prendas viva como  si,  a modo de collage,  estuvieran ahí presentes. Y qué decir de la mano del actor, en la que  destaca  la autenticidad de sus venas, que  tienen  tal veracidad  que ni una foto artística podría  mejorar su realismo.
Julio Liberto Corrales
Crítico de Arte














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