lunes, 23 de julio de 2018

Recuerdos de Tetuán


UN  PASEO A TRAVES DE LA HISTORIA DE LA MEDINA KADIMA DE TETUAN

Un reducido grupo  de solo siete pamig@s  --todos nacidos en Tetuán-- que estábamos  deseosos  en conocer la historia de la Medina   in situ,  nos reunimos en la Plaza del  Feddán,  la que  en nuestro tiempo  conocíamos como  Plaza  de España. Allí habíamos quedado con alguien que conoce palmo a palmo la Medina Kadima (la Ciudad Vieja) y que parece haber vivido toda su historia desde que Sidi al Mandri la refundara. Lamentablemente tengo que omitir su nombre porque me  pidió    -casi me lo exigió- permanecer en el anonimato. Él será nuestro impagable guía de lujo.
 Entramos por  Bab Ruah (Puerta de los Vientos) que da directamente a la  muy comercial y conocidísima   calle de Terrafín,  y nos dice: Como veis aquí no  hay puerta alguna, sino un  simple arco, cuya fisonomía actual  data de 1920 y   se debe  al arquitecto municipal de Tetuán, José Gutiérrez Lescura. Los tetuaníes le llaman  puerta, pero no es tal, sin embargo sí es la entrada más popular a La  Medina. Ésta  tiene una extensión de unas cincuenta hectáreas (500.000  m2)  y está rodeada de una muralla de cinco kilómetros de longitud y una atura que varía entre los cinco y siete metros, en la que existen siete puertas, todas ellas centenarias.  Cuando España quiso edificar el Ensanche se vio obligada a derribar un  lienzo de la  muralla, la que discurría entre la puerta que conocíamos como “Puerta de Tánger” (construida hacia 1590) --su nombre real  es Bab Tut (Puerta de la Morera)--, y Bab Remuz (Puerta de La Luneta, construida hacia 1502).  Bajo el Edificio de La Unión y el Fénix ha quedado un vestigio de la muralla como testimonio  de que  hasta allí llegaba la Medina Kadima.
Al término  de la calle Terrafín hay una bifurcación. La calle de la derecha  baja hasta Bab el Oqla, --la que nosotros conocemos como Puerta de la Reina--  a la que se llega a través de la Calle Postas (o Bostas), llamada así porque en 1911 se había instalado  allí inicialmente  el  correo español.  Por la izquierda accedimos a la  bulliciosa plazuela de la antigua pescadería (El Hut al Kadim), donde encontramos a las clásicas  vendedoras  “yibiliat” (mujeres de la montaña)   ataviadas  con el  típico sombrero rifeño   adornado con   pompones de vivos colores  y  su  mandil  a rayas rojas y blancas, que es igual   que los que ponen a la venta. También otros diversos vendedores exponen  allí su mercancía en pequeños  tenderetes.  Mientras unas y otros vociferan  sus productos,  un puñado de gatos perezosos  --parecía  una multitud--   aprovechan  holgazanes el escaso sol del día y nos  miran sin interés alguno, como  con desprecio o desgana; y en uno de los tenderetes, un turista regatea  el precio de algo que,  tal vez,  no pretende comprar, pero que el vendedor apasionadamente insiste en  que lo compre.
 En la parte Este de la plazuela  Hut al Kadim aún se conserva la muralla  de la “afrag” (ciudadela),  que construyeron     dos sultanes benimerines   (o  merinies), cuyas obras se iniciaron  en 1286  por el sultán Abu Yusuf Yaqub y finalizadas  en 1308  por su nieto, el también sultán, Abu Thalib Amir.  En 1400,  el Rey de Castilla, Enrique III, en represalia por  los continuos ataques a sus barcos por   corsarios  y piratas  benimerines,  que habían hecho de la ciudadela  su refugio, destruye  parte de ésta y,  en 1437,   según León el Africano, los portugueses, que no cesaban de recibir ataques sobre  Ceuta,  terminaron  arrasándola. Sus habitantes huyeron y el pueblo quedó prácticamente deshabitado.
Cuando en  1485, Sidi  Abul  Hassán Alí Al Mandri , al que apodaban Al Garnati, (el  Granadino),  alcalde del pueblo nazarí  de Piñar y Jefe militar del Reino de Granada  es  derrotado por los Reyes Católicos ,  se marcha  exiliado a  Marruecos y elige la zona de Tetuán,  que resulta de su agrado, aunque   el lugar está reducido a escombros. Le acompaña en su exilio  parte de su hueste y su  caballería. Obtiene del sultán  de Fez, el benemerín Muhammad Saij Al Watasi,  el correspondiente permiso para reconstruir el blad.Y  a espalda de la  misma ciudadela construyó  Sidi  Mandri su barrio, con viviendas tipo palacete andalusí, su mezquita, su hammán y su horno público,  y fue nombrado Gobernador. Permitió que los judíos que le acompañaron en su exilio construyeran su propio barrio (el Mel-lah), aunque a un kilómetro de distancia de la mezquita. A lo largo de los siglos el barrio fue creciendo hasta convertirse en lo que es hoy la Medina que, como todos sabéis es Patrimonio de la Humanidad. El ilustre historiador marroquí Dawd mantiene que  la ciudad de Tetuán es de origen granadino.
Esta  calle  discurre hacia el Zoco el Foqui  y se llama Al Kasdarin (hojalateros, fontaneros)  porque en otros tiempos estuvieron   allí instalados. A la izquierda  vemos  el muro del jardín del palacio real y   a la derecha está el arco de entrada a la Guersa Kebira (la huerta grande), y a la izquierda  encontramos  el Museo Islámico, que  en el siglo XVIII fue  la  famosa  madrasa Luqach. Cerca   del museo, después de pasar bajo el arco “de los buñoleros” se accede a la Plaza Ancha (Wasah)  -- la verdad es que no tiene nada de ancha—.  Allí encontramos un centenario cafetín  en el que   Pedro Antonio de Alarcón  fundó  el primer casino español, aunque poco después se trasladó a la calle Mechuar.  En   esta plaza nace la calle Mtámar (de las mazmorras), en cuyo pavimento eran visibles hasta no hace mucho las tres trampillas por las que todas las mañanas  introducían una escalera de mano que utilizaban  para  sacar  a los cristianos cautivos –españoles y portugueses en su mayoría—para que realizaran diferentes trabajos, y por la noche eran devueltos a las mazmorras por el mismo procedimiento.
Volvemos a la  calle Al Kasdarin,  y  a la derecha del arco de entrada a la Guersa Kebira) la calle cambia de nombre y recibe el de Mokadem, por ella  vamos  directamente al Zoco El Foqui, donde se encuentra la mezquita de Sidi Baraka y, enfrente, separada sólo por una  callejuela que asciende hacia el monte Dersa, se halla la zaugüía de Zoco el Foqui, que es muy venerada por los tetuaníes. Tomamos el camino  de la derecha que nos lleva a Bab Maqbar  (puerta del cementerio) y también se accede a la puerta trasera  de la mezquita de Sidi Baraka. El letrero de cerámica  que veis en esta  puerta del cementerio dice que el Bab Mqabar es la puerta más antigua de la Medina,  y no es cierto,  ya que fue construida hacia 1550, mientras que las puertas Bab Remuz y  Bab el Oqla,   ambas,   se construyeron en 1502, aunque esta última fue remodelada  en 1808 cuando visitó la ciudad el sultán Mulay Suleimán.
El comentado   letrero,  como algunos que ya hemos visto y otros que veremos más adelante, todos ellos  construidos en cerámica,  están colocados en lugares emblemáticos   y en  los que podemos leer en árabe, español e inglés una breve reseña sobre el edificio o lugar en cuestión. Esta labor la llevó a cabo el Municipio de Tetuán y el proyecto  fue financiado por la Junta de Andalucía, la cual no se preocupó de verificar los textos y por ello hay  algunos errores históricos e idiomáticos, que debieron corregirse al inicio.
A la derecha de Bab Mqabar se abre una de las dos entradas a la Tenería, que aunque fue remodelada hace unos dos o tres años, conserva su original fisonomía de hace  siglos.  A  la izquierda tenemos la preciosa entrada a la zaugüia Harraquía o de los Darkauas,  conocida como “Zaugüia Real”, que goza  de gran prestigio en Tetuán porque en ella fue enterrado en 1923 el primer Jalifa del Protectorado, Muley el Mehdi, primo hermano de Mulay Yusssef, Sultán de Marruecos. Calle adelante, en dirección Oeste,  se desemboca en Guersa Kebira. Al fondo aparece el Palacio Real, donde aún podemos ver la cúpula de la iglesia de los franciscanos,  que fue construida en tiempos de  O´Donnell, que había comprado aquellos terrenos para establecer allí el Consulado de España.
Fuera  de Bab Mqabar y antes de penetrar en el cementerio, si miramos hacia el  Norte, podemos ver un gran edificio  de varias plantas con un letrero en árabe de gran tamaño en sus dos fachadas,  que data  de 1935,  y que en árabe dice: Instituto Libre de Enseñanza,  en cuyas aulas se formaron muchos marroquíes. Hoy es escuela estatal donde se imparte enseñanza primaria a los niños del barrio. La idea de crear  un instituto libre  en Marruecos nació de una conversación que en visita a Tetuán del entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los Ríos (por cierto,   acompañado de su secretario, Federico García Lorca) mantuvo con el líder del nacionalismo marroquí, Abdejalek Torres,  sobre el nuevo concepto de la enseñanza libre. Salió  tan favorablemente impresionado que  decidió fundar en Tetuán este Instituto.                                                            (Continuará)
Julio Liberto Corrales







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