martes, 24 de julio de 2018

Crónica de un viaje a Tetuán con "La Medina"


CRONICA DEL XLII ENCUENTRO DE “LA MEDINA”

A excepción de un grupito de viajeros, que se desplazaron de Madrid a Tánger por vía aérea y de allí en taxi a Tetuán, el resto   -más de un centenar- nos reunimos en la estación marítima  de Algeciras, lugar de inicio  del viaje. ¡Pepe, Manolo, Loli…”, los gritos de alegría  celebrando el reencuentro, vivencias,  recuerdos ya lejanos…  Los efusivos intercambios de besos, abrazos y  saludos   no cesaban en aquel  torbellino de amigos, que reflejaban en sus rostros una  indisimulada  satisfacción, creando un grato  ambiente de concordia.  Era el preludio  de la felicidad  que   no nos abandonaría en ningún momento del viaje. A ello contribuyó la excelente organización de TAN-DEM y  la atención y cuidado que constantemente nos prestaban  Luis de Pablos y su amable equipo de colaboradoras.

Los viajeros que allí nos reunimos éramos de lo más variopinto en cuanto al lugar de residencia habitual, dispersado por toda la geografía española y  ¡hasta de Miami! ¿Se puede amar más a una tierra? Se trataba de la encantadora Lucy Garzón,  que vino  acompañada de su simpática hija Reina luciendo su inalterable y permanente sonrisa. En homenaje a ella me voy a permitir recordar una preciosa poesía que el Dr. Medina le dedicó cuando tenía 15 años de edad y recitaba en una fiesta: “Tetuán te vio nacer / Andalucía fue tu manto / y eres gitana por ser / judía llena de encanto”. Y además me voy a tomar la licencia de proponerle a nuestro Presidente,  aquí mismo, (sin que sea yo quien para ello) que se la nombre Socia de Honor. Se lo merece.

Creo que hay algo importante que  habría que destacar del viaje, y no es precisamente del viaje propiamente dicho  sino de los viajeros, que teniendo en cuenta el numeroso grupo y que la mayoría ya peina –peinamos- canas y algunos ni siquiera eso, sólo  hubo un pequeño problema de salud  con  Maritina   -yo creo  que fue una broma suya porque es muy guasona- y, afortunadamente, quedó  en un simple susto. Yo me hago cruces ¿cómo es posible que entre tantas personas mayores (qué bonito, “personas mayores”, que así parecemos más jóvenes –sí, sí-)  no haya habido ningún problema de salud, ¡increíble!  Y qué podemos decir de nuestras  “chicas”, que  con sus 60, 70 y más años,  --no me atrevo a decir cuántos más-- viéndolas pasear por la “calle del Generalísimo”, parecen rememorar aquellos interminables paseos de sus años mozos, mirando de reojo  a izquierda y derecha  -sin aparente interés alguno, que no consiguen disimular- : Mira, ahí va Jorge ¡qué guapo es… si no fuera tan tonto!... Pues bien, ya sabemos las razones de tal vitalidad. Acabo de leer en una revista médica que, después de  una década de exhaustivas investigaciones,  el Centro de Biología de New York ha descubierto en nuestro ADN el gen ”Made in Tetouan” y, a la vista está, eso es garantía de calidad suprema.

En este viaje, un auténtico “Made in Tetouan, Esteban Alarcón, fue homenajeado por   el  Moghreb Atlético de Tetuán, haciendo el saque de honor en un partido oficial de la 1ª división marroquí,  en cuyo  equipo militó cuando era  sólo Atlético de Tetuán y ascendió  a la 1ª división española en la temporada 1950-51. También destacó  como futbolista en el Real Oviedo cuando militaba en la división de honor.

En cuanto al viaje, tenemos que decir, una vez más,   que fue  un éxito en todos los sentidos. Con la euforia ya comentada  continuaban las vociferantes y  bulliciosas tertulias  y así, casi sin darnos cuenta,  cruzamos el Estrecho. Ya en Ceuta, en un par de cómodos  autobuses, salimos para Tetuán, donde llegamos a muy buena hora de la tarde. En el Hotel Atenas  nos reciben con la cordialidad y simpatía ya habitual,  y con sus constantes atenciones nos hacen más agradable y familiar la estancia.  Los gnauas, con su   bulliciosa y ensordecedora música,  daban colorido a la bienvenida,  aportando más alegría. ¡Que siga la fiesta!  No faltó –no podía faltar- el delicioso té con hierbabuena y los sabrosos dulces marroquíes,  en  abundancia y variedad. Toda una tentación a la que más de un diabético sucumbió.

A la mañana siguiente visitamos  la Escuela de Artes y Oficios, que   en 1928 creó y dirigió Mariano Bertuchi.  Jóvenes, muchos de ellos niños, muestran orgullosos  sus habilidades realizando manualidades y artesanía  tradicionales marroquíes. A la salida, un simpático guía, que nos dijo que le llamáramos Miguel Bosé, nos esperaba para iniciar un recorrido  por las calles y lugares mencionados en “El tiempo entre costuras”. Más de un@ imaginaba a Sira asomada al balcón, recogiendo levemente la cortina y oteando con sigilo la posible aparición  del comisario. Otr@s creían que de un momento a otro aparecería la bella  Rosalinda Fox  arriba de    la Luneta, entrando ya en la “Plaza de España”,  luciendo el modelito que Sira le hiciera  con alguna de las  telas adquiridas en Lisboa, y camino de la Alta Comisaría, donde, seguramente,  su amado Juan –el Alto Comisario- la estaría esperando.¡ Y vaya usted a saber lo que pensaría más de un@! que la imaginación  y la   fantasía  son primas hermanas. Después hubo tiempo libre para pasear y hacer compras, que de ambas cosas nosotros, en Tetuán, disfrutamos de lo lindo.

La sugestiva  visita a la Biblioteca Daoudía, programada para las 16,30,  y que estaba pendiente de confirmación, finalmente no pudo llevarse a cabo porque las obras de restauración aún no habían finalizado. Sabemos que atesora un fondo muy importante de  históricos documentos, y  no sólo de la época del Protectorado sino también de Al Andalus. Seguro que Luis la incluirá en el próximo viaje, en el que ya muchos estarán pensando.

Hubo algo más de tiempo para la a visita a la Medina,  todo un espectáculo,  que   a pesar de lo repetitivo jamás resulta pesado. Un guía, al igual que en todas las visitas, nos acompañaba y explicaba  lo que ya muchos sabíamos por reiteración. ¡Qué interesante resulta una excursión por la  Medina!    - lo que allí, entonces, conocíamos como la “morería”- y a la que nunca, por ignorancia,   dimos la importancia que tenía ni  supimos apreciar todo el  valor  histórico que atesora. Es digno de destacar   cómo se ha respetado desde el siglo XVI la tipología  de los elementos típicos  andalusíes  Existen muchas casas del siglo XVII y XVIII, de las que nadie acertaría a imaginar, desde el exterior, el  espectacular tesoro arquitectónico  que esconde  su interior. Os puedo asegurar que en el próximo viaje D.M.  podremos visitar algunas de estas maravillas.  En  1997, la  Unesco   reconoció  a la Medina como Patrimonio de la Humanidad.

El sábado, día 16, alrededor de las 9 de la mañana, salimos para Tánger.  Recorrido los apenas 60 km. que  separa ambas ciudades norteñas, paramos cerca del Zoco Grande y bajamos camino de la Medina, próxima al Zoco Chico, donde otrora republicanos, monárquicos y franquistas, que en su mayoría eran amigos,  discutían acaloradamente-sin que llegara nunca la sangre al río-  tomando un kahawa en el bullicioso Café Fuentes. Allí mismo, en la calle de Correos, estaba la oficina del Banco de Bilbao, donde yo empecé a trabajar y donde, muchos años después, siendo ya BBVA, y en Madrid, me jubilé. Terminamos la excursión en el Hotel Continental, aquél en el que se hospedaron  Sita  y el canalla de  Ramiro, su  aprovechado novio. En la terraza del hotel,  con una magníficas vistas al mar,  y mientras tomábamos  un refresco, más de uno pensaría en los muchos y  misteriosos personajes  -espías de todo tipo y de muy diversas nacionalidades-  que  pasaron por allí  en los años de  conflicto  bélico,  ; otros,  con  nostaslgia   - presumo-  observarían  melancólicos   el horizonte, donde el mar y el cielo se unen en perfecta simbiosis,  recordando  -y añorando- los  maravillosos años de esplendor de aquel inolvidable Tánger.

Salimos en dirección a las Grutas de Hércules, que  lamentablemente no pudimos visitar porque  estaban siendo objeto de restauración.  Ante este contratiempo, ajeno a la Organización, Luis de Pablos tuvo la feliz idea de sustituir esta frustrada visita con otra a Arcila   y comer allí. La idea fue unánimemente aplaudida. La carretera que desde cabo Espartel  nos lleva  a Asilah  camina junto al mar, al que teme perder y vigila recelosa  viendo cómo se agita cada vez que lo observa. Es el Atlántico, que da la impresión de estar siempre  enfadado. Incluso me atrevería a  decir que recela de sus visitantes y   se resiste a calentar sus aguas  con la malsana  intención de que no lo incomoden  aglomeraciones  de bañistas.

Después de un  agradable  paseo por el precioso pueblo de Arcila y de tomar  las obligadas  fotos para el recuerdo, muchas de ellas  asomados  al Atlántico  desde el viejo torreón, que aún  con sus incompletas  murallas,  sigue  desafiando, con cierta altivez la insistente humillación a  la que el tiempo la somete. No es preciso decir qué es lo que comimos, pues bien sabemos que allí   la exquisitez  y frescura del pescado y el marisco son  una tentación a la que pocos se resisten.

El regreso fue un jolgorio, al menos en el autobús en el que yo viajaba. Se nos despertó ese niño que  todos llevamos dentro y no paramos de cantar canciones tan juveniles  y añosas como la de “Ahora que estamos solos, vamos a contar mentira, tralará…” Canciones y más canciones de todo tipo, cuyas letras íbamos recordando entre tod@s, Yo sé que desafino, pero no era el único y  cuanto más desafinábamos mejor nos lo pasábamos y más nos reíamos.  Parecíamos una   gran familia disfrutando de un fin de semana. Un viaje inolvidable.  La verdad es que lo pasamos chupi.

Regresamos a Tetuán con  ganas de marcha,  locos y locas por acicalarnos  para la Cena de Gala. La  Casa-Palacio Saada, próxima a la Puerta de la Reina, es el magnífico escenario elegido para   su  celebración.  Nos  recibió  jubilosamente   una parranda  de danzarines  marroquíes, dando saltos acrobáticos  sin parar  de tocar sus  chillones platillos. Tal vez el jolgorio de la fiesta nos impedía   apreciar, en su justa medida,    el encanto y  la belleza interior de este palacete. La copiosa comida marroquí abarrotaba las mesas de los comensales, haciendo las delicias de  los más glotones. Amenizaba la cena una orquesta marroquí, que no cesaba de tocar. Un maduro  magrebí, especie de  saltimbanqui, con una bandeja en la cabeza y una vela  encendida sobre ella hacía  increíbles juegos malabares. Tampoco faltó el característico  y sugestivo  baile del vientre. Y para postre,  la reproducción de una  boda tradicional marroquí, que fue recreada por una simpática pareja de jóvenes, familia de Esteban Alarcón.

  El espectáculo y la diversión dominaban el ambiente, rompiendo   el silencio amable  de aquella apacible noche  primaveral  en Tetuán. Y en el ínterin, Marigel Alonso, en ausencia de nuestro presidente, nos dirigió unas palabras y leyó parte de un interesante escrito de Hasna Daoud sobre las familias tetuaníes de origen andalusí.

La jornada del domingo, día 17, comenzó con una  visita al Museo de Arte Moderno, que está ubicado en el singular edificio que fue estación de ferrocarril, obra de  dos destacados  arquitectos,  Carlos Óvilo y Julio Rodríguez, acondicionado como Museo por la Junta de Andalucía.  Nos recibió su director, Sidi  Bouabdid Bouzaid, que con exquisita amabilidad y cortesía nos dio muy amplia   información del Museo y sus obras, entre las que destaca el cuadro Corrida de la pólvora, de Mariano Bertuchi.

 Como todos los domingos se celebró  una misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, a la que asistió parte del grupo mientras otros paseaban por Tetuán o visitaban el cementerio civil y el militar, donde  tanta historia y tan imborrables recuerdos están presentes.  Sobre las 12 o poco más salimos de la Plaza del Primo en dirección a Río Martín –Martil- y al Rincón –El Medik- donde, igual que en Arcila, el pescado y el marisco son la delicia del más exquisito paladar. Y allí,  en ese idílico marco, después de un agradable paseo por la playa, dimos buena cuenta de aquellos manjares que antes que  por la boca entraban  por los ojos y  dejaron satisfechos hasta al más  exigente e imaginativo  sibarita. Un paseíto para bajar la comida –sin mucho interés por bajarla-  y regreso a Tetuán. Algunos descansaron un rato en el hotel y otros  -la mayoría- (¡qué marcha!)  continuaron con sus ya eternos    e interminables  paseos, y los más glotones –que de todo hay en la viña del Señor-  tomando un aromático té con  ricos halwa marroquíes.

 Como todo tiene principio y fin,  llegó el día del ¡ay, triste de mí…!  El lunes, día 18 de mayo,  salimos tempranito para que  en Algeciras muchos tuvieran tiempo de coger el Altaria, que a las 15 h. salía para Madrid, y que otros pudieran  coger los  autobuses que alrededor de esa hora  salían para Málaga,  Sevilla,  etc. Todos a casita sin  novedad,  el hanmdulil-lah.

Julio Liberto Corrales









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